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La aventura de coleccionar

Sea de una forma compulsiva y caótica o bien reflexiva y paciente, cuando se recolecta una familia de objetos, y ésta se torna más y más sugerente a medida que aumenta en número y variedad, se dice que estamos creando una colección. Es una pulsión profundamente humana. Coleccionar nos sale de dentro, y no hay cultura en el mundo a la que esta modalidad de proyección intelectual le sea ajena.  En la mayoría de los casos, el placer del coleccionista dimana de recopilar, clasificar y ordenar, para luego contemplar y, sobre todo, compartir... ¿Para qué sirve una colección que nadie puede ver? Es posible hacer acopio de miles de sellos, monedas, naipes u obras de arte... Sin embargo, se han descrito poco más de un centenar de elementos químicos puros, en buena proporción sintetizados artificialmente. Pudiera pensarse que el objetivo de reunirlos todos es cosa de tiempo... ¿Se trata de una empresa sencilla? Únicamente en apariencia:  te aseguramos que completar esta colección es absolutamente imposible; pero precisamente en eso radica la romántica aspiración de poseer todos los ingredientes del universo, para lo cual vas a tener que conjugar información, conocimientos e imaginación. ¡Ánimo! Empieza por familiarizarte con latablaperiódica y la disposición de sus 118 miembros de número.

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Método nº 1. Para los puristas

 

Si estás interesado en procurarte muestras variadas de gran pureza, en la red existe una buena oferta y proveedores de todo tipo. No es muy complicado: localizas el producto que te interesa, lo pides y en pocos días tendrás tus muestras a la puerta de casa. Con este sistema conseguirás reunir no más de 86 elementos (tres de cada cuatro), aquellos que físicamente resultan accesibles para la venta. Sin embargo no estaría de más tener las cosas claras antes de mover el inquieto dedito del buy.

 

En primer lugar, las sustancias químicas tienen poco que ver con unas zapatillas deportivas o un rascador para la espalda. Se trata de productos potencialmente peligrosos, que pueden ser nocivos para la salud o para el entorno si no se manipulan con precaución. Evidentemente, no todos resultan dañinos; pero sin los necesarios conocimientos lo inocuo se puede tornar en perjudicial.  Por otro lado, una mala compra no tiene vuelta atrás. Si te propasas y adquieres lo que no debes, te encontrarás con un excedente molesto, difícil de gestionar, que no encontrarás manera de conservar o almacenar adecuadamente o que, peor aún, no tienes ni idea de lo que vas a hacer con él o de lo que él puede hacer contigo... Para que no ocurra esto, te vamos a proporcionar unos cuántos valiosos consejos: 

Imaginación 
Rigor
Dificultad
Conocimientos
 
M1
 

Infórmate bien de lo que estás comprando: Si lo que quieres son muestras para la colección, basta con muy poco: estamos hablando de diez gramos, cinco gramos, un gramo... y en algunos casos, muchísimo menos (con algún miligramo es más que suficiente). Aunque resulte económicamente más rentable, opta siempre por una cantidad moderada, proporcional a la naturaleza de la sustancia en cuestión. Los elementos tóxicos son difíciles de almacenar y NUNCA deben estar al alcance de los niños. Y los excesos innecesarios conllevan el engorro de tener que gestionar su almacenamiento, condenados como están a terminar en el fondo de un armario.

 

El formato SÍ es importante: Algunos proveedores especializados describen perfectamente el formato de sus productos: cantidad, contenedores, presentación, pictogramas de riesgo químico... No es lo mismo un metal en polvo (powder) que en cristales o gránulos (pellets): la presentación pulverizada puede ser aspirada por descuido, y en muchos casos favorece la combustión espontánea. Si vas a adquirir muestras de este tipo (nosotros te recomendamos que no lo hagas), asegúrate de que vienen bien selladas en atmósfera de argón o dentro de viales herméticamente cerrados que te permitan la manipulación sin destaparlos. Rechaza presentaciones dudosas que no hayan sido descritas convenientemente.

 

La curiosidad mató al gato: Aunque parezca obvio, quizá no está de más subrayar que los productos químicos han de ser manipulados con guantes y jamás hay que olfatear o degustar ningún elemento, sea el que sea. Ten previsto dónde vas a guardar o exponer tus muestras y asegúrate de que no correrán riesgos innecesarios. Etiqueta rigurosamente todos los recipientes para evitar confusiones: todo el mundo debe saber lo que contiene cada frasco. No expongas elementos al alcance de bebés y niños pequeños. Asegúrate que la visita inesperada de tu sobrino no va a acabar en la sala de Urgencias.

 

Ante los imprevistos, mucha calma: Cuando manipulas sustancias puras hay que saber de antemano cómo actuar en determinadas situaciones. Por ejemplo, ¿qué hacer si un vial se rompe y su contenido se derrama en el suelo de la habitación? Evidentemente, las medidas a tomar dependen de la presentación y naturaleza del producto. Si se trata de un elemento nocivo recomendamos abrir bien las ventanas y abandonar el escenario del desastre hasta contar con todos los elementos necesarios para la limpieza. ¡No utilices agua o detergentes, ni viertas sustancias toxicas por el desagüe! Hay un protocolo de actuación que debes conocer para no meter la pata. Si has derramado unas gotitas de mercurio en el edredón es mejor deshacerte de él introduciéndolo en una bolsa de plástico y llevándolo a un punto de gestión integral de residuos. Asegúrate siempre de que has recogido todo lo que se ha vertido y de que tu piel y tu ropa están libres de contaminación. En la página te advertimos con pictogramas (Reglamento CLP de 2008) sobre el riesgo que entraña la manipulación de algunas sustancias. 

 

Paga lo que es justo: El precio de las cosas está sujeto a la ley de la oferta y la demanda. La mayoría de los elementos de la tabla periódica son abundantes, y por lo tanto relativamente asequibles. El producto se suele encarecer debido a otras cuestiones como los márgenes que impone la venta minorista, el envasado o el transporte. No es conveniente adquirir ninguna muestra antes de contrastar su precio y verificar las garantías que el proveedor nos ofrece. Como ya apuntábamos más arriba, el comprador sensato no se debe dejar llevar por las ventajas económicas de adquirir más producto del que necesita, porque después no sabrá qué hacer con el excedente. En el caso de los metales muy cotizados (Au, Pt, Pd, Rh, Os, Ir...) la cosa cambia: el gramo de estos elementos puede alcanzar un precio desorbitado que en ocasiones llega a duplicar el de su valor de mercado. En ese caso habrá que analizar qué le conviene más a nuestro bolsillo de recolector, si invertir en la compra de media docena de elementos comunes o en una diminuta pieza de metal precioso. Una vez más insistimos en que verifiques la solvencia de los proveedores, sobre todo si se trata de particulares sin referencias. ¿Sabrías distinguir un gránulo de renio de otro de osmio? La tentación de sustituir uno por otro puede llegar a ser muy grande, y enormes los beneficios del engaño.

 

La presentación, fundamental: Todo coleccionista es un investigador incansable que va ampliando los horizontes de su afición. Si lo que buscas es que todas las muestras tengan una apariencia uniforme, te vincularás a alguien que te proporcione viales y etiquetas de unas determinadas características. Algunas casas presentan las muestras en pequeños contenedores de vidrio, perfectamente identificados y con abundante información complementaria. Para los que dispongan de un generoso presupuesto, los ejemplares insertos en brillantes metacrilatos constituyen una opción atractiva y exenta de riesgos. Los que opten por solicitar muestras "a granel" deberán exigir que el transporte cumpla escrupulosamente con la normativa. El producto debe enviarse correctamente empaquetado, en cápsulas o plásticos sellados al vacío y debidamente protegidos de fugas y golpes. En este caso, la exposición de los elementos supone un gasto extra en viales y contenedores apropiados. En el mercado hay mucha variedad. Por seguridad ante los impactos, los de plástico inerte (HDPE) son preferibles a los de vidrio. Descarta los metálicos o los que tengan tapón de aluminio. Asegúrate de que son herméticos. Es muy recomendable que las sustancias que deben conservarse selladas en recipiente de vidrio se introduzcan a su vez en un recipiente de plástico. Los elementos más sensibles a la oxidación deben conservarse en atmósfera de argón o sumergidos en aceite mineral.

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Imaginación 
Rigor
Dificultad
Conocimientos
 
Método nº 2. Para los curiosos

 

La vieja cuchara de los abuelos, con la cabeza desgastada y hasta afilada por las infinitas caricias de media docena de labios hambrientos, es algo más que una cuchara. También es una pieza de alpaca, marca La Cigüeña, que vaciada de toda evocación sentimental, resulta un perfecto ejemplo de aleación sencilla, útil y duradera, de uso cotidiano para un par de generaciones familiares, que ahora luce en nuestra colección como un buen exponente metálico por lo que tiene de cobre, níquel, cinc... y puede que hasta un poquito de plomo.

 

No es este el único ejemplo que se nos ocurre para dotar nuestra colección de elementos genuinos: el mercurio de un termómetro clínico y su funda de latón (Hg/Cu/Zn), el metal contenido en una dorada plomada de bronce (Pb/Cu/Sn),  el barril de un dardo de wolframio, el iridio de una pluma estilográfica, los lantánidos de una piedra de mechero (Ce/La/Nd/Dy...), el circonio de un cuchillo cerámico, la povidona de un antiséptico (I), el litio de una batería eléctrica. Tanto la cultura como la tecnología se nos ofrecen a través de los materiales de los que están hechos. Las cosas son una heterogénea manifestación de combinaciones químicas más o menos complejas construídas con un puñado de elementos puros, descritos por la ciencia al detalle atómico.

 

Las pesquisas bien llevadas nos conducirán hacia el descubrimiento de decenas de elementos, algunos bien conocidos, pero otros tan exóticos y raros que la mayoría desconoce siquiera que existen Y no es de extrañar, porque se trata de componentes de los que nunca o casi nunca se tiene noticia a menos que se disponga del conocimiento necesario para leer en las cosas, revelando la tecnología que les ha llevado a ser lo que son. Los componentes de los ordenadores, las lámparas de luz, herramientas, vidrios, minerales, las pilas y baterías eléctricas... Una extensa lista de objetos de uso habitual que contienen ias muestras que necesitamos para la colección sin necesidad de remover cielo y tierra. Una forma muy productiva de instalarse en el privilegiado observatorio del que analiza el mundo de lo material bajo la piel de lo evidente, desvelando lo que tiene de original, complejo o atractivo... pero también de pernicioso, tóxico o dañino. Si acaso el amable lector alberga alguna duda al respecto, le proponemos un ejercicio la mar de ilustrativo... ¿Cuántos elementos diferentes puede encontrar en un viejo disco duro mecánico? Si se desconoce, la respuesta sorprende por lo apabullante: discos de alumnio, imanes de neodimio. hierro y boro, cables de cobre, revestimiento magnético de cobalto, chips de silicio, chapados de oro, condensadores de tantalio y manganeso... Te ofrecemos unos cuantos consejos que  ayudarán a solventar los interrogantes presentes y futuros:   

 

No es oro todo lo que reluce: Ni todo lo que desprende destellos metálicos es acero, o cristal cualquier sólido transparente. Con el propósito de mejorar el rendimiento, aumentar (o disminuir) la durabilidad, aumentar sus prestaciones, reducir costes de producción o, simplemente, engañar al incauto, los objetos de consumo han alcanzado un refinamiento más que notable, fruto de la incorporación de nuevos materiales a la producción en cadena. Pero también las tradicionales aleaciones metálicas esconden un heterogéneo abanico de elementos sagazmente combinados en utensilios, monedas, joyas o bisutería. Si se investiga un poco, el más insulso de los objetos se nos puede ofrecer como genuino representante de un elemento valioso.

 

Mejor tal y como está: Quizá en algún momento sientas la tentación de recuperar los elementos puros de objetos rotos, averiados o en desuso. Nosotros te recomendamos que no lo hagas por ningún motivo. Los formatos inofensivos pueden dejar de serlo si provocas fugas o derrames, o si expones al aire que respiras determinadas sustancias que no debieran haber salido de su confinamiento. No intentes recuperar mercurio de lámparas o termómetros, ni desintegres baterías o componentes electrónicos. Los elementos están ahí y reducir los escudos que garantizan la seguridad del usuario y la del medio ambiente no es una buena idea.

 

Investiga por tu cuenta: Un coleccionista de elementos sabe dónde puede encontrar lo que busca porque se ha documentado convenientemente. Si la curiosidad germina, en internet encontrará fuentes suficientes como para satisfacer los primeros interrogantes. La abundante bibliografía de divulgación científica y un buen número de artículos sobre el tema te proporcionarán gran cantidad de información, remitiéndote a fuentes de más enjundia. Infinitos son los derroteros por los que te puede llevar la busca de conocimiento. Sígue cualquiera de ellos y experimentarás la sensación que embarga a científicos e investigadores de todas las disciplinas.

 

Diseña tu colección: Es necesario que medites cómo vas a organizar tu colección y de qué manera vincularás los objetos con los distintos elementos de la tabla periódica. Si te decides a construirte una, te reconmendamos que tengas en cuenta qué dimensiones son las más adecuadas al espacio del que dispones. La belleza y el orden siempre van de la mano: inclínate siempre por opciones que le puedan sacar un mayor rendimiento estético a las piezas y resuelve con ingenio las dificultades que te pueda ocasionar su exposición. Una vez metido en tu papel de coleccionista de elementos, pronto concluirás que poseer decenas de objetos inservibles dentro de una caja bajo la cama impide cualquier visión de conjunto. Contempla la posibilidad de conseguir un expositor para clasificar e identificar cada una de las piezas, estableciendo su vinculación con el elemento o elementos del que son portadoras. 

Los elementos están ahí

No olvides que no es una buena idea “recuperar” los elementos de allí donde se encuentren confinados. Y ya no solo porque destruyes un bello objeto como este termómetro de mercurio, sino porque el posterior almacenamiento te resultará complicado y te arriesgas a liberar involuntariamente sustancias perniciosas.

LA MEDALLA DEL NOBEL. LATABLAPERIODICA.jpg
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Método nº 3. Para los creativos

 

La ciencia no es sino una forma de expresar la creatividad. El investigador es un promotor de sueños, fraguados en las alturas del razonamiento humano y fundamentados en experimentos sofisticados que en ocasiones vuelven del revés nuestra percepción inmediata de los fenómenos naturales. El sistema periódico es el resultado afortunado de una suma de intuiciones geniales que modelaron una obra única, análogamente a lo que hace un inspirado artista plástico cuando crea una obra de arte. En este peculiar tablero de juego que hemos codificado a nuestro gusto con símbolos y colores llamativos se entrecruzan, confundiéndose, referencias a la química, la física, la historia, la tecnología, la mitología, la geografía, la astronomía...

 

Un campo de cultivo muy evocador donde es fácil encontrar el pretexto necesario para el coleccionismo, Entre las piezas de nuestra colección encontrarás un variado surtido de monedas, medallas, juguetes, fotografías, minerales, cromos, ilustraciones... Las conexiones entre elementos químicos y objetos surgen sin cesar, y no es difícil adaptar nuestra vertiente más creativa y original a los requerimientos de una muestra que tenga una intención didáctica. Hay que tener la imaginación suficiente como para encontrar la conexión entre los elementos químicos y los cachivaches que los representan, construyendo las historias que sustentan la relación y enriquecen el conocimiento íntimo de los unos y de los otros. No hay normas ni límites. Pero si quieres poner la idea en práctica te sugerimos algunas cosas.

Imaginación 
Rigor
Dificultad
Conocimientos
 

Un pretexto para coleccionar casi de todo: No hallarás dificultad alguna para conectar la arquitectura periódica a, por poner un ejemplo, las numerosas series numismáticas o filatélicas inspiradas en ciencia y tecnología, De esta forma tan provechosa, es posible conjugar aficiones dispares y compilar temáticamente un interesante conjunto de medallas, sellos o billetes. En nuestra colección hemos utilizado este recurso para suplir ausencias justificadísimas, como la de ciertos elementos radiactivos como el Rf, el Db, el Rg, el Cn... o para demostrar la utilidad de algunos metales en la exigente acuñación de moneda, como es el caso del Au, la Ag, el Cu, el Ni... e incluso el Nb y el Eu.

 

Un icono de nuestro tiempo: Si introduces los términos periodic system en el cajetín mágico de cualquier buscador aparecerán alrededor de 87.000.000 de resultados, muy por delante de lo que esos mismos buscadores nos ofrecen por entradas como Relativity theory (16.500.000 resultados) o Newton's laws (1.500.000 resultados). Tan solo por la cantidad y variedad de tablas periódicas que aparecen en la red, es posible encontrar ejemplares de lo más raro y exótico que imaginarse pueda, y eso solo durante una visita rápida y superficial. Son innegables las numerosas conexiones que se han establecido entre esta sencilla representación del orden atómico y la cultura contemporánea, de la que ya forma parte como un icono reconocible en cualquier parte del mundo. El arte y la literatura de todos los tiempos recrean ese interés. Nosotros hemos decidido incluir una colección de relatos directa o tangencialmente relacionados con los elementos químicos que, como podrás comprobar, constituyen una fuente inagotable de inspiración.

 

Crea tus ejemplares: Hace algunos años ya se editaron unos álbumes de cromos a todo color que presentaban arcanos y curiosidades de la ciencia de una forma muy atractiva, combinando una presentación de lo más aparente con juegos, chanzas y acertijos que convertían el acto de coleccionar en un verdadero placer para los sentidos (el hecho de que los cromos aparecieran en el interior de ciertos productos de repostería no era una cuestión menor). La filosofía de tu colección puede ir por esos derroteros. Creatividad es todo lo que precisas para dibujar tus propias estampas e ilustrar los diferentes elementos de la tabla. Nosotros hemos diseñado nuestras propias tarjetas para homenajear a la física Lise Meitner (el elemento 109 fue bautizado con su nombre) y al excéntrico Dimitri Mendeleiev, al que muy justamente se le asignó el elemento 101, aunque él hubiera merecido otro de más relumbrón.

 

Los nombres lo dicen todo: La IUPAC (Union of Pure and Applelied Chemistry) es una asociación de las sociedades nacionales de química que se encarga, entre otras cosas, de poner orden en la denominación de los compuestos químicos, facilitando así el entendimiento entre todos los técnicos que se mueven dentro de esta babel de términos. Sus recomendaciones al respecto son ley: los elementos pueden recibir un nombre inspirado en el de un científico, un mineral o una propiedad concreta, pero también en la mitología o en un lugar geográfico. Si, como afirma el griego Crátilo, el que conoce los nombres conoce también las cosas, el origen y la etimología de los que aparecen en la tabla periódica permiten dibujar sobre ella una interesante red de conexiones que nos ofrecen la oportunidad de construir un mapa de significados a nuestro gusto: fulgurantes figuras mitológicas como Thor. Urano o Neptuno pugnando por la primacía en la zona baja del sistema, la convivencia amable de Einstein, Mendeleiev o Fermi con Copérnico, el único personaje que no puede presentar credenciales de físico o químico; el imaginado trayecto plurinacional que nos traslada de América a Europa después de hacer escala en varios estados, para terminar cruzando de un extremo a otro la gran Rusia y concluir en el país del sol naciente, por el momento la última estación de este apasionante viaje...

 

 

 

 

 

Corazón de acero

Las monedas de 1, 2 y 5 céntimos de euro combinan la conductividad y resistencia a la corrosión del exterior con la tenacidad del acero. Los cospeles de estas monedas son recubiertos con una capa de cobre de 24 micras de espesor antes de ser acuñadas.

Inventas vitam iuvat excoluisse per artes

Muchos son los galardonados con el Premio Nobel están vinculados a la tabla de los elementos. La preciada medalla de 18K (quilates), pesa 175 g y tiene un diámetro de 66 mm. Para conseguir una réplica como la nuestra no hace falta consagrar toda una vida a la ciencia: Basta con portarse bien durante el año y aguardar que los Reyes Magos atiendan tu petición.

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