Brillante consistencia
A diferencia de otros metales, el Ti mantiene su brillo. Quizá por eso sea el material preferido para revestimientos y acabados arquitectónicos espectaculares como el del museo Guggenheim: 33.000 finas piezas que cambian de tonalidad según el tiempo que haga.
Buen rendimiento a bajo precio
El titanio destaca por su dureza, eficacia y ductilidad. Si a esto le añadimos su demostrada biocompatibilidad, su resistencia al ataque de otras sustancias y el bajo coste de la materia prima, tenemos todo lo necesario para que los protésicos dentales aumenten enormemente los márgenes de beneficio.
La sombra de la sospecha
Su aspecto brillante no desdice de las múltiples cualidades de este metal simpar. Su difícil metalurgia encarece la producción, pero aun así el Ti es un íntimo compañero. El TiO2, también conocido Blanco 6 o aditivo E171, se usa como colorante alimentario. Actualmente recae sobre él la sospecha de ser perjudicial para la salud.
Sacándole los colores
En realidad el titanio no se puede colorear. Este azul inconfundible se obtiene oxidando la superficie de la pieza mediante un proceso electroquímico denominado anodización. El grosor de la capa de TiO2 determina la reflexión de la luz y por tanto el color percibido.
Evolución aeronáutica
Esta chapa de Ti salió hace algunos años de un taller aeronáutico donde se reparaba el fuselaje de los aviones. Hoy en día el Ti se alea con Al y V para alcanzar una superplasticidad que permite moldear sencillamente piezas del motor sin perder por ello el punto de dureza o resistencia.