De lo malo, lo mejor
El ²³²Th, único isótopo que encontramos en la naturaleza, es ligeramente radiactivo. Por sí mismo no es directamente fisible, pero absorbe neutrones y se convierte en ²³³U, un combustible nuclear superior al ²³⁵U y al ²³⁹Pu.
Así en La Tierra como en Asgard
El Th era un componente habitual de los manguitos incandescentes que se utilizaban en linternas de acampada. Al ser encendidas, producían una aureola de luz blanca y radiante, digna de la deidad nórdica que le presta su nombre. Este dólar de Tuvalu acuñado en Australia no es de torio sino de plata pura. Pero el personaje del martillo y la pose amenazadora les resultarán muy familiares a los buenos aficionados al cómic.
El que quiera que lo extraiga
En la corteza terrestre el Th es casi tan abundante como el plomo o el estaño. La facilidad con la que forma óxidos y su poca solubilidad impiden la migración del pesado elemento hacia capas más profundas. Sin embargo, con una demanda industrial tirando a escasa, no parece que haya mucho entusiasmo en invertir capital para extraerlo.