«Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío».
M. de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, I, 9.
Farsa monea
Esta moneda de 20 pesetas del año 1890 (¿?), aunque sin mérito metálico, forma parte de la colección. Nadie quiso saber de ella desde que se desveló que era falsa como un duro de latón. O hasta quizá más, porque el oro que contiene no supera el 0%. Sin embargo a nosotros nos sigue pareciendo atractiva aunque un poco desvaída. Otro detalle definitivo: esta pieza es atraída por los imanes, cosa que no ocurriría con el oro de verdad, que es de naturaleza diamagnética.
Poderoso caballero
Qué se puede decir de este elemento, conocido y codiciado desde la antigüedad, que sigue alimentando los sueños depravados de los poderosos, y de los humildes sus vanas esperanzas de efímera riqueza.
No es oro todo lo que reluce
Esta es la única pieza que no pertenece a la colección. Nos la prestó Yolanda para la sesión fotográfica. El que aparece en el anverso es Don Quijote, referente cervantino del Siglo de Oro que, sin embargo, pensaba que su época era "la del hierro"*. Si hemos de ser rigurosos, la moneda es de ley 999. El resto (0,1 %) son impurezas. Así que tampoco es para tanto.
*
Lingote de pega
Que nadie vea en ilustraciones como ésta un intento de promocionar las falsificaciones, pero la onza de oro de la foto costó 3€. El fabricante nos ha asegurado que su brillo se debe a un fino baño de 24 quilates... aunque tenemos motivos para dudarlo.