Un metal entre metales
A principios del siglo XIII los hombres aprendieron a fundir el hierro y combinarlo con carbón para producir acero. De entonces hasta ahora, este metal se ha convertido en el impulsor de varias revoluciones como la agrícola o la industrial. Su historia está estrechamente ligada a la de la humanidad.
Contratiempo férrico
El O2 que mantiene vivas todas y cada una de las células del cuerpo llega a lomos de una proteína portentosa, la hemoglobina, que acapara cerca del 70% del Fe que almacenamos en el organismo. Estas gotitas aprovechadas para la colección, son fruto involuntario de la atolondrada manipulación de una afiladísima navaja de acero enriquecido con Mo y V.
Pesando fuerte
Esta pesa de hierro fundido de un kg tiene un corazón de plomo, con un punto de fusión notablemente más bajo que permitía afinar o corregir la masa total de la pieza para ajustarla a su valor nominal. Después de décadas de uso y de una limpieza a fondo para retirar todo el óxido, aun conserva unos espléndidos 993 g de noble(s) metal(es).
Quitando hierro
El mecanismo de una caja de música tiene una estructura de cinc, pero necesita de un cilindro y un peine recios con la sonoridad adecuada. Y eso nos lo proporciona este acero. Destacamos semejante uso del Fe porque es original y nos evita comentar cualquier otro aspecto archiconocido del elemento metálico más común de nuestro planeta.