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Universidad de Berkekey

Sucedió una vez que después de fumigar hasta el último rincón de África, la mosca tse-tse se pudo dar por extinguida a falta de un último ejemplar, custodiado bajo siete llaves en un laboratorio de la Universidad de Berkeley (California). Pacientemente, el bicho aguardaba en el corredor de la muerte el dictamen de las autoridades académicas. El profesor Augustus J. Lynch accedió a la cámara de seguridad. Se veía a sí mismo como Dios, capaz de cargarse de una manotada treinta millones de años de evolución. Para proceder bien a sus anchas, se arremangó la camisa y se sacó un zapato. Anticipándose a su verdugo, la mosquita esquivó el golpe definitivo y lo picó en el cogote.

El eminente catedrático falleció la víspera de los Nobel, entre las inmaculadas sábanas de un lujoso hotel de Estocolmo.

Un fallo de mecánica

Su larga vida media (330 días) ha permitido constatar que este elemento superpesado desafía las ecuaciones de la mecánica cuántica. El Bk parece atenerse a la teoría general de la relatividad, donde los objetos con masa son más o menos pesados en función de la velocidad.

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