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Lo que el brillo deslumbrante esconde

Los cromados ejercen una atracción irresistible: destellos, limpios reflejos... Sin embargo, los residuos de los procesos galvánicos son altamente tóxicos. 

Ella le había prometido una sorpresa. Movido por el deseo, él había aplazado la reunión de la junta de accionistas. Lo recibió ataviada con un vaporoso salto de cama bordado en seda, a cuyo través se distinguía la delicada ropa interior de muselina y encaje. La tomó por el talle y hundió el hocico en su cuello perfumado. Ella sostenía en la mano un whisky con soda. Los hielos tintineaban como esas campanillas de cristal que los clientes hacen sonar en algunos hoteles de La Riviera. La mujer se le ofreció impúdicamente, tendida en el sofá; su voluptuosa geografía deslumbraba bajo la luz de los potentes focos del techo. 

Volviéndose, ella le presentó las turgentes nalgas, un gesto de proximidad amatoria que él nunca rechazaba. Con el aliento entrecortado, el hombre acarició aquellos dos lienzos tersos, de natural pálidos y hermosos, que ahora exhibían el impresionante

tatuaje de un dragón cornudo, enroscado sobre sí mismo, que presentaba unas fauces descomunales. Sinuosa y desenvuelta, la bífida lengua de la bestia lamía la entreabierta puerta del placer. Ella sintió una acometida feroz. Y después otra. Y otra. Ambos gimieron de placer. Nada hacía presagiar el desenlace que se preparaba. 

El hombre abandonó la habitación sin siquiera despedirse, a toda mecha, gritando y maldiciendo, dejando atrás la corbata, los calcetines y el rólex. Después de fracasar en el intento de disolver la angustia en alcohol, le abrió su corazón al barman del hotel que, sin prestarle demasiada atención, le recomendó los servicios de un discreto otorrino establecido en el barrio financiero. El facultativo atendía las veinticuatro horas cualquier dolencia venérea. A requerimiento del doctor, el amante atribulado relató cuán intenso fue su estupor al advertir en el espejo el reflejo del escamoso reptil, que se le había quedado impreso en la parte zona del abdomen, tomándole también parte del recién rasurado pubis y el pliegue inguinal, de forma tal que el dragón parecía estar engullendo sus viriles atributos. El matasanos mostró vívida curiosidad por los detalles técnicos del acto, (...)

Los pigmentos para tatuar contienen numerosos elementos que pueden resultar tóxicos para el organismo. El color verde  se obtiene con cromo en forma de óxidos y de sales como el cromato de plomo (PbCrO4).

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