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Generación rutinaria

El ⁹⁹Tc es un radioisótopo que se genera a partir de ⁹⁹Mo  y tiene una vida media de 6 horas, por lo que resulta adecuado para ser utilizado como radiofármaco dentro de unos márgenes aceptables de seguridad.

Dio en ver Don Quijote que aquellas tres fermosuras que le anunciaba y encarecía Sancho no eran sino tres aldeanas bajas, que a sus ojos presentábanse viles y soeces, creyendo, como siempre creía, que hubo encantamiento que le privara de reconocer a la simpar Dulcinea dentrellas, y de columbrar las señales de altísimo rango y condición que adornan a la gran dama que es su Señora. Apartose al fin y dejolas ir, al tiempo que al cielo se alzaba en ademán de súplica, enhebrando una plática que aunque Sancho no entendía bien en todos sus términos, le permitían cotejar el semblante arrugado y lloroso de su Señor con el fluir de las nubes que cubrían el campo todo, revolviéndose en el cielo como para replicar a lo que fuere con rayos y relámpagos.

—Osaré yo jurar, amigo Sancho, que esos encantadores de los que mal quisto soy mudan las cosas por tenerme distraído, y aunque al cabo han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada, son criaturas viles y para no darme contento ni tregua me hacen pasar por disparatado.

leyes de la sagrada orden de caballería, procura hacerme todos los sinsabores que puede; pues no hay misterio de la ciencia zoroástrica que no conozca, ni armadura que por fuerte que fuese se le pare delante.

Estas últimas palabras oyó Sancho a su amo, a quien dijo:

—¡Ea, buen señor, buen ánimo, buen ánimo, que todo es nada! La aventura es ya acabada sin daño de barras. Que pienso yo que con turbar el temple de vuestra merced habrá satisfecho ese Faetón su crueldad, de forma que si hizo presa en vos, seguro se da por bien servido.

—¡Válame Dios —dijo don Quijote—, y qué de necedades vas, Sancho, ensartando, que no dices cosa cierta alguna!  Es fama que Frestón, que así se llama, y no Fritón ni Faetón como dices, es mago de los que todas las cosas trastruecan y mudan de su ser natural.  De sus manos incandescentes salen rayos abrasadores que le dicen radiativos, con que puede y suele amenazar al cielo y a la tierra, y a los valerosos caballeros andantes que tales le parezcan. Hay noticia de que humilla a cuantos osan desafiarle, y que a despecho y pesar de las armas y la categoría, aquellos que le turbaren y esforzasen su desatino se dan con los asombrosos instrumentos que acaso oculta en la entraña, que no son de aderezo, donde funde los átomos de plutonio y aun de uranio doscientos y treinta y cinco, en tenecio noventa y nueve, haciendo fisión con todas las ceremonias acostumbradas por los hechiceros, que a lo que a mí me muestra la ciencia que aprendí de los libros de hechicería, no debe de haber fuerza mayor en el universo.   

Sea en efeto —dijo Sancho—, que eso no lo crea yo en ninguna manera ni me arrancaran ni mudaran de parecer cinco mil sabios encantadores, que yo no digo que sea imposible lo que vuesa merced juzga a juicio de buen varón, pero téngolo para mí por dificultoso, que la materia no es cosa que torne en algo distinto ansí, a montón. Como escudero que ha aprendido los términos de la física cuantica, acepto lo que por ella viene, y digo que no es facultad de diablos lo de hacer tendecios ni camuzas, sino de gentes devotas de ciencia con buena intención de acertar, constituidas en  oficios graves que aprovechan a una las fuerzas del entendimiento. Y si vuesa merced no puede avenirse, no sé cómo lo diga: que Platón es amigo, pero es más amiga la verdad; y no sé más, y Dios sea conmigo.

Riose don Quijote de las afectadas razones de Sancho, y pareciole ser verdad lo que decía de su enmienda, porque de cuando en cuando hablaba de manera que le admiraba.

«Alonso Fernández de Avellaneda», Tercer tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, edición de Don Tomás Orlón de Campos, 1905

Y de entre ellos que el peor de todos fuese el sabio Frestón, grande enemigo mío y uno de los mayores encantadores y hechiceros que ha tenido el mundo, muñidor de agravios y alquimista de abominable catadura, que en llegando a descubrir la intención de cuanto hago por el valor de mi brazo y puesto que lo hecho es conforme a las

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