Historias periódicas
Aplicando las leyes de la química también es posible llegar a destilar historias. Quien experimenta la necesidad de escribir observa a su alrededor. Después se vuelve hacia sí mismo, esperando que sobre la página en blanco opere la alquimia de las palabras. En nuestro modesto caso, conjugamos ciencia, tecnología e imaginación; después agitamos y aguardamos a que, al menos, una ligera efervescencia remueva el fondo de nuestras modestas disoluciones narrativas.
Cuestión de espacio
Introdujo el brazo en la guantera. Después lo extrajo laboriosamente, con cuidado de no rozarse el codo de la americana, que lucía con todo el propósito un refuerzo de cuero.
—Esta nueva versión es muy espaciosa —observó el vendedor. La acuciante mirada del hombrecillo de la gabardina gris delataba un estado de creciente excitación a medida que pasaba revista a los modelos expuestos—. Mecánica excelente, Tracción adecuada a las necesidades del usuario medio (...)
.
Los rosales
Otro retraso más. El sol se anuncia entre las dos torres de la catedral con destellos cegadores. Sentado junto a la ventana, Luis compone un mohín de disgusto. Con la mano buena sujeta el reloj de bolsillo; la plata le quema los dedos. Sopesa esos pocos segundos que la madre tierra se deja hurtar cada día. Sol de invierno, sale tarde y pónese presto, se dice para sí. Cuando los árboles del parque acusen la falta de calor y se retuerzan las nervaduras de sus hojas, él ya no estará en este mundo (...)
Ytterby Mine
Mientras circulamos a buen ritmo por Klarastrandsleden mi acompañante escruta el cielo sueco. Manejo el auto sin quitarle ojo al conductor que me precede, un anciano que ocupa con su Volvo las tres cuartas partes de la calzada. Ella se muestra reconcentrada, como si elevara un ruego punzante con la intención rasgar el ceniciento techo de nubes grises. A la altura del Instituto Karolinska el hormigón se come todo el horizonte. Una monótona línea de edificios jalona la autovía (...)
«Destilar era bonito. Lo primero porque es un quehacer lento, filosófico y silencioso, que te tiene ocupado pero te deja tiempo para pensar en otra cosa, es un poco como montar en bicicleta. Luego porque comporta una metamorfosis: de líquido a vapor (invisible), y de éste nuevamente a líquido; pero en este doble camino, arriba y abajo, se alcanza la pureza, condición ambigua y fascinante que, partiendo de la química, llega muy lejos.».